Mi nombre es Eliana Tardío, soy la mamá de Emiry Ayelén, dos niños con síndrome de Down.
Emir nació el 29 de abril del 2004 un mañana lluviosa. No fue una sopresa el síndrome de Down, ya que me lo comunicaron a mis 5 meses de embarazo. Dicen que es víctima de un error genético, para mi es resultado de un designio divino. Emir es el líder de mi alma y con su paso lento y su alma noble me ha enseñado a caminar despacio admirando las cosas que antes en el apuro, había olvidado.
Ayelén nació el 26 de febrero del 2007. Le pedí a Dios una niña, la hija perfecta y la hermana perfecta, pero obvié un pequeño detalle cuando le dejé a El la última palabra en cuanto a su condición. Llegó a mi vida una mañana llena de luz dos semanas antes de lo previsto, ya que correteando a Emir para que no se tirara a la piscina, se me rompió la bolsa. Aún así nació gorda, llena de vida y lista para llenar nuestras vidas de alegría; que es el significado de su nombre.
Y yo, yo soy Eliana, una madre en entrenamiento, tengo que decir que admiro enormemente la misión de mis hijos, su determinación, su fortaleza, su capacidad para vivir sin límites, pero a la hora de la vida diaria y las tareas cotidianas de una mamá criando dos hijos en Estados Unidos, soy la madre común y corriente que se desespera porque no se quedan quietos, que se quiere jalar los pelos porque pintaron las paredes o que a veces siente que ya no da más y los deja mirar dos películas seguidas de Curious George para poder descansar.
Descubrí que el karma existe cuando nació Ayelén, quien es incontrolablemente parecida a mí. La amo con locura y me encanta lo de disfrutar juntas como dos niñas, pero a la hora de las discusiones la cosa se pone fea, es obstinada y desafiante, así que frecuentemente me verán tratando de salvar esa pequeña alma y domar al potrillo que lleva por dentro.
Emir es un sol, tierno, romántico y sensible hasta la médula, pero cuando se le da por ser cabeza dura, ufff, es 10 veces peor que Ayelén. Tiene una fijación loca por su “daddy” (su papito) y le encanta sentirse grande y poder ayudar. Siempre me ayuda en la cocina, lavamos y doblamos ropa juntos mientras Ayelén se está limando las uñas. Emir es un ser lleno de inocencia y bondad, y tengo que reconocer que a veces me da pena que la gente le haga daño, así que con él, siempre tratamos de motivarlo a ser más fuerte y más decidido.
El padre de mis hijos es un ser humano común y corriente que trata a sus hijos como a cualquier hijo, nunca ha hecho diferencia alguna en ellos y está entrenando a Emir para ser jugador de futbol profesional como lo fue él en sus tiempos mozos. Dice que Ayelén es su princesa y no tiene duda alguna que llegará muy lejos como escritora o dictadora, igual que su mamá..(sin comentarios)
En conclusión somos seres humanos bastante normales, Emir y Ayelén tienen síndrome de Down, yo tengo ADHD (síndrome de atención e hiperactividad) que en conclusión es el motivo por el cual siempre ando perdida en el espacio, la única actividad en la que realmente puedo enfocarme es en la escritura y en cosas que realmente me emocionen, por eso siempre me verán haciendo una y otra cosa,  y para terminar :Carlos, el papá, tiene un aneurisma cerebral que le provoca ataques epilépticos de vez en cuando, como todo hombre utiliza su condición como excusa en muchas oportunidades, por ejemplo cuando no quiere cortar el pasto o hacer sus quehaceres en el hogar, en realidad es una persona muy sana y apasionada por la comida, nunca engorda y vive siempre muy feliz. Yo soy todo lo contrario, como poco, engordo rápido y siempre estoy muy estresada.. será relativo?
Bueno es la historia de esta familia imperfecta y perfecta a la vez. La mayor parte del tiempo hacemos nuestro mejor esfuerzo por seguir adelante, otra veces estamos cansandos y no tenemos ganas de hacer nada más que descansar para recargar las pilas y seguir adelante.